Eugenio
María de Hostos y Bonilla; Mayagüez, Puerto Rico, 1839 – Santo Domingo, 1903.
Político, pedagogo y escritor puertorriqueño. Hombre austero y de ideas
liberales, cuyo pensamiento recibió influencias del krausismo y del
positivismo.
Eugenio
María de Hostos consagró su vida a un doble ideal: la independencia de su
patria y la educación de los pueblos.
Hostos soñó
con una confederación antillana libre como base de una América libre y unida, y
a ello se dedicó con ahínco desde sus tiempos de estudiante en España; vio en
la mejora de la educación popular el fundamento de un futuro de libertad y
justicia, y, a lo largo de una vida itinerante que lo llevó a recorrer toda el
continente, prodigó por doquier su labor de renovación pedagógica.
Hoy esta
redacción recuerda su natalicio, presentando sus obras más sobresalientes
La
producción de Hostos, extensísima y variada, comprende muchos más títulos que
los anteriormente destacados, y, pese a tal diversidad, se halla presidida en
su mayor parte por aquellos mismos ideales de libertad en el terreno político y
de humanismo en el educativo que siempre guiaron su trayectoria vital. Ello
puede afirmarse incluso de las obras que, dentro de su amplísima bibliografía,
podemos calificar de literarias.
Si alguna
vez se ha considerado su obra literaria como de interés secundario, ello no se
debe a falta de aptitudes ni de calidad: su primer trabajo en prosa, la
singular novela titulada La peregrinación de Bayoán, escrita en 1863 en España,
tiene un interesante contenido simbólico y poemático que anunciaba a un
escritor de gran porvenir literario, dentro de la corriente romántica. El
relato representa la unión de las Antillas, personificadas en distintos
personajes que llevan nombres indígenas: Bayoán es Puerto Rico; Marién es Cuba;
Guarionex es Santo Domingo. La hondura del pensamiento y la exposición de ideas
revelan ya en este texto primerizo el acendrado amor de Hostos a América y su
preocupación por el porvenir de las Antillas.
Este primer
grupo de obras literarias incluye otras dos novelas inéditas: La novela de la
vida y La tela de araña. Eugenio de Hostos escribió asimismo algunas
composiciones poéticas y un poema neoclásico titulado El nacimiento del Nuevo
Mundo. Después redactó algunos cuentos y comedias para sus hijos (Cuentos a mi
hijo, 1878), pero no pasó de ahí: sus ilusiones literarias de juventud serían
pronto consideradas por el propio autor como ocios impropios del hombre llamado
a más altos menesteres patrióticos y humanos.
El grueso
de la obra de Hostos lo conforman ensayos de diversa temática: ética,
sociología, derecho o literatura. En este ámbito su libro de mayor alcance se
titula Moral social (1888), fruto de las clases que dictó durante su
permanencia en Santo Domingo, de 1879 a 1888. Hostos siguió las tendencias
filosóficas positivistas del momento en que se formó su pensamiento, pero en
ocasiones recuerda la corriente krausista, introducida en España por Julián
Sanz del Río. En Moral social, Hostos expone, de todos modos, una concepción
propia y original de la ética en las relaciones del hombre con la sociedad.
Otras
ensayos de tipo didáctico de Hostos, como el Tratado de Sociología (1901),
tuvieron el mismo origen, pues provienen de su labor docente en Santo Domingo;
son asimismo dignos de mención títulos como En la exposición y La cuna de
América. Por su sólida estructura científica sobresalen sus Lecciones de
Derecho Constitucional (1887), obra premiada en la Exposición Nacional de
Guatemala en 1897; su Geografía Evolutiva (1895) y el ya citado Tratado de
Sociología (1901).
Todo ello
da una idea de la importancia del polígrafo puertorriqueño, pero su actividad
abarca todavía más aspectos: recogió las impresiones de su largo viaje por
Sudamérica en Mi viaje al Sur; es autor de una biografía del cubano Francisco
Vicente Aguilera, que publicó en Caracas; de una Biografía de Plácido,
publicada en Chile en 1872; de las Cartas públicas acerca de Cuba (1895), de la
letra y la música de un Himno a Borinquen y de otros muchos trabajos.
Entre sus
estudios de crítica literaria, por último, sobresalen Romeo y Julieta (Barcelona,
1867) y Hamlet (Santiago de Chile, 1872), uno de sus ensayos de mayor interés.
La Confederación de Estados Americanos, reunida en Lima en 1938, proclamó
póstumamente “Ciudadano de América” a Hostos, apreciado todavía hoy como
ilustre polígrafo y como el más brillante de los educadores de Hispanoamérica.
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